Recuperamos este excelente artículo sobre cómo son y cómo hay que actuar ante un hijo caprichoso, realizado por: Psicoglobalia
Cómo es un hijo caprichoso
- El primer rasgo que le define es el egocentrismo. No piensa en las necesidades de los demás. Está claro que los niños y durante la infancia, el egocentrismo es algo normal en su desarrollo, pero sí son capaces de comprender y satisfacer necesidades de otro. En los hijos caprichosos esto se vuelve muy difícil.
- La segunda característica es que no tienen tolerancia a la frustración o esta está muy baja. Cuando algo se les niega, montan en cólera, arman un buen jaleo para llamar la atención, gritan, lloran, tienen una gran rabieta… y todo para conseguir lo que los padres le están negando.
- No cuida las cosas, sus juguetes, sus pertenencias, y básicamente se produce porque nos las valora. Quiero lo que quiere en esos momentos, lo que quiso otro día, pierde interés.
- Los hijos caprichosos pueden surgir de dos situaciones contrapuestas, o bien no se les presta la atención que reclaman de sus padres o bien se les presta demasiada. Por lo que suelen ser hijos infelices o insatisfechos, que muchas veces con jugar o estar más con ellos se cubre dicha necesidad.
8 claves para los padres
La mejor de las noticias para los padres, es que el tener hijos caprichosos es algo que puede solucionarse. Hay que corregir la causa y habremos solucionado el problema. Veamos unas sencillas pautas que pueden reconducir la situación:
- Hay que fijar límites en su educación, esto que no paro de repetir en muchos artículos, es una de las bases de la educación de cualquier hijo. En el caso de los caprichosos, es una forma de solucionar, pero también de prevenir. Estableciendo normas claras, en las que el niño participe a la hora de fijarlas, flexibles en cierto grado, acordes a su edad y su capacidad de comprensión, harán del niño conocedor de lo que puede y de lo que no puede exigir a sus padres.
- Los padres deben estar coordinados y unidos. También se repite mucho esta pauta a lo largo de mis artículos. Es fundamental que habléis antes de los pormenores de la educación de vuestros hijos, tenerlo todo bien atado, y apoyaros el uno al otro delante de los niños. La coordinación y la comunicación entre vosotros será de lo más importante.
- Hay familiares como los abuelos que pueden darles caprichos. De siempre se ha dicho que los abuelos para los caprichos y para educar los padres. Es normal que los abuelos, tíos o amigos puedan concederles algún capricho, tampoco podemos pasar al otro extremo, pero sí debemos hacerles entender que son situaciones excepcionales, y que no pueden exigir lo mismo a los padres, ni tampoco cada vez que vean al abuelo o abuela.
- Como ya os he comentado, en muchas de las ocasiones un hijo es caprichoso porque está reclamando mayor atención de los padres, con lo que si se la damos, se puede solucionar el problema. En ocasiones los padres no tienen suficiente tiempo, pero si se les da el que se tiene y se les da de calidad, podemos compartir muy buenos momentos con ellos. Como muchas veces os digo, la infancia de los hijos se pasa volando y el tiempo que paséis con ellos será parte de sus recuerdos para toda su vida. Hacer un esfuerzo y dejar el fútbol, a las amigas… y dedicarles un rato de juego cada día. Descubriréis la felicidad en esos pequeños ratos.
- Hay que educarle para que aprenda a valorar sus juguetes y sus pertenencias. Si le llenamos de juguetes cada vez que llega su cumpleaños o los Reyes Magos, no sabrá apreciarlos, no le dará tiempo a jugar con todos ellos… Hay que enseñarle a valorar sus cosas, a que las cuide, a que no se aburra y rápido la sustituya por una nueva.
- Ambos padres deben educar de la misma forma. No podéis hacer uno de "poli bueno" y el otro de "poli malo". Uno no puede ser el que siempre permita y el otro el que siempre regañe. Ya que de esta forma el hijo sabrá siempre a quién debe pedir las cosas. Poneros de acuerdo y estableceros también entre vosotros unos límites.
- Cuando exija algo, hay que hacerle comprender lo que cuestan las cosas, y no me refiero solo a su valor económico. Ponerle algún reto para que, si lo cumple, obtenga esa recompensa. De esta forma le enseñáis lo que cuesta conseguir las cosas, premiáis su esfuerzo, y el niño valorará más eso que en un principio había exigido.
- Manteneros firmes ante las constantes exigencias. Si os amenaza con montar el espectáculo, coge una rabieta, llora, grita… para conseguir de vosotros algo que consideráis que no debéis darle, manteneros firmes ante la presión. Puede tardar menos, pero se acabará dando por vencido. No es una cuestión de autoridad, es una cuestión de hacerle entender que no se puede tener todo, es una cuestión de ponerle límites. Muchos padres hoy en día no le ponen límites a sus hijos ni a sus exigencias, y luego esto se convierte en verdaderos problemas de educación que lo pagan otros niños, u otras personas cuando ya son más mayores.
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